Segundo Parcial "Administración como disciplina"

Información tomada del libro: Administración I. Cuauhtémoc D. Molina García. 

La administración como disciplina social.


La administración es una disciplina social porque no se forma ni se desempeña entre individuos aislados, sino con el concurso de los grupos organizados para el trabajo y para el logro de objetivos comunes. Su conformación ha sido gradual e impulsada básicamente por la tecnificación de la producción industrial y tecnológica que le han otorgado a la economía y a la sociedad el perfil capitalista que hoy tiene, desde la Revolución Industrial inglesa hasta la denominada Revolución Informática y el conocimiento de nuestros días.

La administración como actividad.

La administración originalmente fue una actividad, es decir, una praxis o quehacer; dicho de otra manera: “algo” que la gente hacía por la simple razón de que era necesario y útil hacerlo, pues convenía al interés de la sociedad administrar sus recursos escasos. La disciplina científica se formó mucho tiempo después.

Por ejemplo, la arquitectura existe desde que el hombre se hizo sedentario. La construcción de su vivienda nace con su propia cultura, desde el primer momento en que el hombre colocó una piedra encima de otra y se procuró un techo para protegerse del rayo y de la tormenta. Más tarde, cuando el hombre obtuvo otros conocimientos, aprendió técnicas y se aventuró a construir grandes obras y empresas, como las pirámides de Egipto y de Anáhuac, la Gran Muralla China, etc. La historia nos enseña que “la mayoría de las expediciones militares, sociales, políticas, económicas y religiosas tuvieron una estructura orgánica piramidal”, en cuyos vértices se asentaban el poder, la autoridad y la toma de decisiones.

La actividad administrativa fue siempre necesaria para conducir a hombres organizados en pequeños o en grandes grupos de trabajo hacia la obtención de sus fines, ya fuera para construir un templo o para conquistar territorios, o bien para cualquier otra actividad que requiriese el concurso de otras personas, así como la utilización de recursos diversos.
En consecuencia, las actividades de planear, organizar, dirigir y controlar las acciones individuales y grupales estuvieron siempre presentes, ya se les reconociera o no como tales. No nos debe entonces extrañar la afirmación que sostiene que “la administración es tan antigua como el hombre”. Pero esta expresión es válida sólo si nos referimos a la administración como actividad, no lo es si pensamos en la administración como disciplina científica ni tampoco como profesión.


La administración como disciplina.

Con el desarrollo de la cultura y la civilización, y el amparo de nuevos descubrimientos y conocimientos, hubo quienes buscaron una mejor manera de hacer las cosas con la finalidad de incrementar el rendimiento de los obreros en las fábricas, disminuir los conflictos entre los trabajadores, así como aprovechar mejor los recursos de las empresas y aumentar sus beneficios; así la actividad administrativa empezó a ser teorizada, es decir, los primeros teóricos de la administración  abstrajeron conceptos y principios de aplicación general a partir de los hechos concretos y particulares de su actividad cotidiana en las empresas.  

Explicar por qué y cómo ocurre la división del trabajo, cuáles son sus ventajas, qué es lo que produce y facilita el liderazgo, cómo se interrelacionan los hombres mientras trabajan, bajo qué condiciones trabajan más y mejor, cómo crecen las organizaciones, cómo y bajo qué circunstancias interactúan con sus entornos, qué mercados, por qué la gente compra y consume productos y marcas, qué explica las preferencias del consumidor, cómo puede rendir mejor el capital, cómo disminuir los costos de operación y muchas preguntas más han sido contestadas gracias al trabajo teórico de muchos hombres, casi todos ingenieros, economistas, sociólogos y psicólogos, y ha permitido a los administradores realizar mejor su actividad administrativa.

Por supuesto, en el caso específico de la administración, el “saber administrativo” se apoya esencialmente en el “quehacer administrativo”, lo que nos enseña que primero fue la praxis (aplicación de las ideas, lo que es práctico). Por otro lado, el ejercicio práctico de la administración en las organizaciones sociales requiere que los administradores desarrollen habilidades y competencias para explicar, pero también para actuar mediante el análisis de los problemas (el diagnóstico) y la toma de decisiones (las soluciones).

Surgimiento de la administración como práctica empírica y como disciplina científica.

Todas las ciencias iniciaron con la experiencia como eje constructor del conocimiento. Las personas interesadas en explicar la realidad de su interés –la vida, el cielo, las estrellas, la materia, la sociedad- primero la observaron incansablemente haciéndose miles de preguntas, contestadas de diferente manera y no siempre acertadamente. Querían saber, pero carecían de los instrumentos materiales y metodológicos adecuados. Por esta razón, muchos hombres pensaron que la Tierra era plana, sencillamente porque la veían así.

La formación disciplinaria vino con la madurez del pensamiento científico y con las aportaciones de los investigadores en sus respectivos campos. Pasaron muchos años para que los saberes basados en los mitos, las leyendas, las creencias y los dogmas pasaron al dominio de la ciencia.

En lo que respecta a la administración, hay que decir que los primeros hombres administraron sin teoría, pero con muchos saberes prácticos que las generaciones se transmitieron a través de los años. La teoría vino a la administración con la formación y consolidación de las ciencias sociales y con la aplicación del método científico.

Podemos afirmar que la administración, hoy en día, es una disciplina científica básicamente por dos razones:

1. Porque requiere de varias ciencias que le apoyen (también llamadas ciencias de la administración), como es el caso de la psicología, la sociología, la antropología, la matemática, la estadística, la economía, el derecho, entre otras. La administración es también una técnica, porque requiere del apoyo de la mercadotecnia, la contabilidad, las finanzas y de otras técnicas más particulares que le sirven de base para su ejercicio, es decir, para su práctica y aplicación.

2. Por otro lado, la administración es científica porque requiere del método de la ciencia para apoyar la toma de decisiones y para conocer y explicar la realidad de los hechos (fenómenos) administrativos y organizacionales para distinguir lo que las cosas son de lo que queremos que sean. Si bien el pensamiento y la razón guían la conducta de los administradores, no menos cierto es que el sentimiento y la pasión pueden oscurecer la realidad. Por ello, la utilidad del método de la ciencia es invaluable, ya que nos permite el abandono de la subjetividad para recuperar gradualmente la objetividad hasta donde sea posible.

De esta manera se inició la Teoría General de la Administración (TGA), la cual constituye un campo ínter y multidisciplinario que ante la revolución del conocimiento y la información planteo nuevos retos y desafíos para dotar a la práctica de los administradores con métodos más eficaces, y de esta forma mejorar el desempeño de su práctica profesional en el ámbito de entornos y mercados altamente competitivos y globalizados.

La disciplina de la administración, enriquecida por la TGA, busca enseñar al futuro profesional a pensar y sobre todo a racionalizar sus esquemas de acción gerencial. La TGA le proporciona un conjunto de conceptos e ideas que son las que le distinguen del simple administrador como “ejecutor de tareas”, del profesional de la administración, ya que quien posee una TGA puede efectivamente adquirir la habilidad de percibir y diagnosticar situaciones y escenarios que el ejecutor de tareas ni siquiera imagina que existan.

La administración como disciplina surge en el momento en que se teoriza sobre la concreta y material actividad administrativa. Sólo con TGA ha sido posible la conformación de una licenciatura o carrera profesional –curricular y universitaria- en administración.

La administración como profesión.

Una profesión es, una plataforma de quehaceres definidos en torno a un servicio ofrecido a la sociedad y el cual es tipificado y reconocido como un rol de significativo valor y cuyo ejercicio requiere certificación colegiada o institucional.

La administración, como profesión, surgió luego que la teoría pudo construir la disciplina administrativa a través de la observación y de las explicaciones que sucesivamente fueron haciéndose sobre los hechos del mundo administrativo en las organizaciones sociales. La profesión administrativa jamás hubiera sido posible sin una teoría y sin una disciplina que la sustentara epistemológicamente. Por lo tanto, si quisiéramos establecer una seriación cronológica que pudiera explicar la evolución de lo que hoy conocemos como administración deberíamos partir de lo que originariamente fue:

- La administración como una actividad, o quehacer social y organizacional, que estuvo en manos de personas con mucho sentido común. 

- La administración como disciplina científica con sus principios y enunciados, con sus marcos teóricos y metodológicos y con su propio campo de acción: la eficiencia y la competitividad de las organizaciones sociales.

- Finalmente, algunas instituciones de educación superior asumieron el compromiso de enseñar la práctica y la disciplina científica de la administración, construyendo así la profesión curricular y universitaria que es hoy la administración.

Theodore Levitt, el gran teórico de la administración de la Universidad de Harvard, refuta la existencia del administrador profesional en los siguientes términos: “mientras que un abogado o un médico son considerados profesionales porque pasaron pruebas de conocimientos en sus profesiones, no ocurre lo mismo con el administrador, cuyo conocimiento es apenas uno de los múltiples aspectos en la evaluación de su capacitación profesional”. Dice Levitt que el administrador es, además, evaluado por sus actitudes y acciones, por su personalidad y filosofía de trabajo.

¿Qué hacen los administradores para que se les defina como tales?

Hay tres funciones que distinguen el trabajo de los administradores, las cuales son:

* Toma de decisiones.
* Coordinación de recursos. 
* Obtención de resultados.

El acto administrativo

Es personal, nace y recae en cada uno de nosotros como consecuencia de aplicar, consciente o inconscientemente, las etapas del proceso administrativo en nuestras propias vidas: planear, organizar, dirigir y controlar.



Los actos de administración.

Son trascendentes, es decir, no se quedan en el propio estudiante, sino que afectan o impactan en terceras personas, que en ambiente de trabajo organizacional siempre son los subordinados, los colaboradores, los demás miembros del equipo de trabajo, los componentes de un departamento, de una unidad o de la empresa en general; es decir, el personal de la organización. En consecuencia, se planea, se organiza, se dirige y se controla no sólo lo que uno hace, sino esencialmente lo que hacen los demás y lo que se espera que obtengan como resultado.

La administración como gerencia.

Nos referimos al conjunto de funciones y actividades que inician con la planeación, siguen con la organización, continúan con la dirección y concluyen con el control. Las funciones de la administración son simultáneas, y unas están contenidas en las otras. Por ejemplo, la planeación se organiza, la dirección se planea, el control se dirige, etc.

Habilidades de los administradores.

1. Habilidad técnica. Consiste en utilizar conocimientos, métodos, técnicas y equipos necesarios para el eficaz desempeño del quehacer administrativo. El estudio de una carrera proporciona esta habilidad, pero siempre serán necesarias la madurez y la experiencia que el tiempo da.




2. Habilidad humana. Es la capacidad para discernir y trabajar con personas, comprender sus conductas y sus actitudes, sus motivaciones, sus conflictos y sus anhelos. Esta capacidad le proporciona a los administradores el potencial de liderazgo, tan necesario para poder obtener resultados por medio y a través de las personas.


3. Habilidad conceptual. Consiste en la destreza para comprender la complejidad de la empresa como tal, así como para facilitar el ajuste de su propia personalidad a la cultura de la organización. Esta habilidad permite que las personas asuman la misión y los objetivos de la empresa y no únicamente que se identifique con las metas y las necesidades de su grupo inmediato de trabajo. 

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