La
administración, como actividad social, constituye un ejercicio de aplicación en
el mundo práctico de las organizaciones, especialmente de las empresas; pero su
formación en el siglo XX le ha permitido construirse como una disciplina
científica que se ha formado absorbiendo las contribuciones de la psicología,
la economía, la ciencia política, la matemática y la estadística, la sociología
y la antropología, así como el derecho y la filosofía. Por tanto, la
administración, sin ser probablemente una ciencia constituida, deviene
científica por su constitución y por sus métodos de aplicación en las
organizaciones.
-
Sócrates.
Nació en el año 470 a. C., y murió en 399 a.
C.
Sostenía que “el grado sumo del saber
consiste en contemplar el porqué de las cosas”, y quizá por este tipo de
pensamientos Sócrates ganó fama de analítico y reflexivo, ya que a base de
preguntar todo y de todo buscaba obtener la causa última de las cosas. Por esta
razón su método fue llamado “la mayéutica”, esto es, la madre de las ideas, y
que consistía en preguntar a su interlocutor acerca de algo y luego procedía a
debatir la respuesta dada para poder así establecer conceptos generales. Su
método de análisis crítico le llevó a decir que la ciencia humana consiste más
en destruir errores que en descubrir verdades.
Además decía que “los reyes o gobernantes no
son los que llevan el cetro, sino los que saben mandar”. Distingue en esta
frase una de las características esenciales en la actividad de los
administradores: la impersonalidad del mando. No es jefe quien lleva el nombre
de tal –sea gerente, supervisor o el presidente de una compañía-, sino aquel
que por sus competencias sabe ejercer el mando sobre otros, sus subordinados.
Para Sócrates, la administración es una
habilidad personal separada del conocimiento técnico y de la experiencia del
administrador. Por tanto, Sócrates parece anunciar que no es administrador
quien “sabe” administración, sino quien en efecto administra, obteniendo
resultados no solo eficaces, sino además eficientes.
-
Platón.
Fue maestro de Aristóteles y de sus
opiniones, acerca de la administración, sabemos lo que se reporta en Vida de Platón, según Diógenes Laertios.
En este libro se expone el pensamiento platónico clásico respecto de la
administración en los siguientes términos:
Hay tres clases de buena administración;
decimos que una administración es buena, 1º Cuando las leyes son buenas; 2º,
cuando los ciudadanos las obedecen; y 3º, cuando a falta de leyes los
ciudadanos administran sabiamente según sus costumbres y sus inclinaciones. Por
lo tanto, las tres clases de buena administración son si las leyes son buenas,
si los ciudadanos las obedecen y si se gobierna de acuerdo con las sanas
costumbres.
Expone su punto de vista sobre el estilo
democrático de gobierno y sobre la administración de los negocios públicos. En
su obra pretendió formular un modelo de organización pública gobernada por una
aristocracia de filósofos y sabios, a los que les prohibía acumular riqueza,
por ser ésta contraria a la naturaleza de la bondad y la virtud.
-
Aristóteles.
Discípulo de Platón, discrepó de su maestro
en asuntos relacionados con el origen de las ideas. Esta discrepancia en la
historia de la filosofía marcó a Platón como idealista y a Aristóteles como
realista. En su libro Política (que tuvo
influencia en las ideas que formaron las bases de la administración,
especialmente en la administración pública), Aristóteles estudia la
organización del Estado y distingue tres formas de administración pública, a
saber:
A.
Monarquía, o gobierno de una persona. Este
modelo puede redundar en una tiranía, a juicio del autor.
B.
Aristocracia, o gobierno de los mejores (la
élite), el cual puede degenerar en una oligarquía.
C.
Democracia, o gobierno del pueblo y que puede
decaer en anarquía.
Universalidad de la
administración.
La
universalidad del quehacer administrativo radica, en la universalidad del
trabajo, pues tanto trabaja un general del ejército, como el director de un
coro o de una ciudad, un cocinero con su personal o un juez con sus
magistrados, y por tanto, podrán realizarse en todos los casos las funciones de
la administración, pues en todos los casos la sustancia es el trabajo.
La
idea de Aristóteles ronda en torno a saber proveer lo que los demás necesitan y
si un hombre sabe cómo proveerlo puede decirse entonces que está en la
actividad de la administración.
Las
organizaciones privadas – sostiene Aristóteles- no son dirigidas por una
especie de hombres y las públicas por otra clase de personas, pues quienes
conducen los negocios públicos no utilizan hombres de naturaleza diferente a la
de aquellos empleados que dirigen los negocios privados; y quienes saben
emplearlos, conducen tanto los negocios públicos como los privados
juiciosamente, mientras que aquellos que no saben se equivocan en la administración
de ambos.
Aristóteles en el
pensamiento medieval.
Aristóteles
tuvo gran influencia en el pensamiento medieval y sus concepciones normaron las
actividades administrativas de la época y de varios siglos después. Las
concepciones aristotélicas reglaron las actividades administrativas,
básicamente las mercantiles. Y todavía en nuestros tiempos hay fuertes
influencias de la ética aristotélica en diversas corrientes de pensamiento y en
diferentes disciplinas. Santo Tomás de Aquino es uno de los pensadores que
retomaron el aristotelismo como la fuente de su pensamiento.
-
Santo Tomás
de Aquino.
Es también el más importante teólogo de la
Iglesia católica romana, y si bien es cierto que sus asuntos de reflexión
fueron de naturaleza moral y teológica, no menos cierto es que Aquino se ocupó
también de tópicos administrativos, sociales y económicos, los que abordó desde
una perspectiva ética.
Los temas medievales, anteriores a Tomás
fueron, por ejemplo, si prestar o no con interés y si esto era o no éticamente
valioso; o bien si la ganancia es justa o si la existencia de la propiedad
privada eran o no aceptables desde el punto de vista moral. En su célebre obra
en catorce tomos, La Summa Teológica,
Santo Tomás aborda temas escabrosos, como los recién mencionados y que
tendrían, años más tarde, una fuerte influencia en el pensamiento social,
económico, político y administrativo. Hay que advertir que los temas ocupación
de Santo Tomás de Aquino son cruciales para la definición posterior de las
ideas capitalistas y liberales.
Santo Tomás rescata lo dicho por Aristóteles
cuando señala que los bienes privados son más productivos que cuando son
colectivos, ya que las personas cuidan más lo que es propio que lo que es
común. Este planteamiento tomista es fundamental para la existencia de la
empresa y, por ende, para el funcionamiento de los mercados.
-
Juan Jacobo
Rousseau.
En El Contrato Social, Rousseau pugna por una
transformación social que sea capaz de retornar al “hombre natural” –en el
estado de naturaleza, viviendo como un buen salvaje- a una forma especial de
asociación mediante la cual cada uno, al unirse a todos los demás, no obedezca
sin embargo más que así mismo, y quede tan libre como antes. Es la libertad
como eje del liberalismo económico o social la que habría de dominar la
filosofía social de la Ilustración europea y que animó, en su momento, la
esencia misma de las economías de mercado, es decir, del capitalismo. Cada uno
de los asociados se une a todos los demás y a ninguno en particular; cada uno
detiene para sí su propia individualidad, la cual es considerada la esencia del
liberalismo.
En el Libro Primero de El Contrato Social,
Juan Jacobo Rousseau pretende indagar si puede existir alguna regla de
administración que sea legítima, y además segura, partiendo de la consideración
de que los hombres son como son y las leyes como pueden ser. Lo que Juan Jacobo
pretende es unir el interés con el derecho, porque dice que la utilidad no
puede estar separada de la justicia.
Juan Jacobo no se ocupó ni de la empresa ni
de los mercados, lo que si debemos advertir es que sus ideas ajustan con el modelo
básico de organización de la libre empresa de nuestros días.
Una organización privada –una empresa, en el
mejor caso- es también un Contrato Social en el que cada socio se une para
lograr objetivos que, en lo individual, sería imposible lograr. La asociación
que dispone el Contrato Social de Rousseau, para el caso de una empresa
privada, no tiene otro propósito que el colaboracionismo bien convenido y
negociado, en el cual cada parte que interviene pone lo mejor de sí misma
–incluyendo recursos, talentos, competencias y capital- para lograr fines
comunes. De eso trata la empresa moderna en los mercados y economías liberales.
-
Karl Marx
(Carlos Marx).
Es considerado como el fundador del
socialismo científico, ya que pretendió sustentarlo en las leyes objetivas que
explican y guían los procesos sociales. Por esta razón llamó irónicamente a sus
antecesores socialistas utópicos, ya que consideraba que ellos no sustentaban
sus explicaciones en las leyes sociales y dialécticas hegelianas propuestas por
Marx.
Marx suma a la dialéctica de Georg Wilhelm
Friedrich Hegel, el materialismo de Ludwig Feuerbach, creando así lo que se
conoce como el materialismo dialéctico, según el cual la historia se mueve y
cambia debido a su motor implícito, que no es otro que la forma como las
personas satisfacen sus necesidades materiales.
La empresa de la que Marx habló es la que
surge de la Revolución Industrial inglesa; esto es, el industrialismo que
impulsó, por su parte, las nuevas formas de la administración científica
desarrollada en los Estados Unidos por Frederick W. Taylor.
La sociedad capitalista, conformada por
empresas privadas, está condenada según Marx a su decadencia.
-
Adam Smith.
Autor de La
Riqueza de las Naciones, expone en esta obra la única fuente moral y
legítima de toda riqueza es el trabajo. En su libro, Smith expone de modo
científico las bases del capitalismo moderno y su justificación teórica en una
forma que dejaría profunda huella en el pensamiento de los economistas de todo
el siglo XIX.
Para la administración, Adam Smith viene a
aportar su noción de la división del trabajo, la que, siendo incluso
prehistórica, proporciona a las sociedades industriales un sentido de
especialización en aras de la productividad, la eficiencia y las mayores
ganancias de los empresarios e inversionistas.
La división del trabajo, en la perspectiva no
sólo de los autores clásicos de la administración, sino sobre todo tal y como
lo describe Adam Smith, tiene beneficios como los siguientes:
A. Ahorro de
capital.
Cada obrero no tiene que disponer de todas las herramientas que necesitaría
para las distintas funciones, pues se dedica especializadamente a la función
que le ha sido asignada.
B. Ahorro de
tiempo.
El operario no tiene que cambiar constantemente de herramienta, pues sólo está
dedicado a una función estándar.
C. Los trabajos a realizar por cada operario son
más sencillos, con lo que el error disminuye y la rapidez y eficiencia se
incrementan.
D. La simplicidad de las funciones a realizar
admite personal con menos experiencia que puede incorporarse al mercado
laboral, pues pronto aprende un trabajo que tiene por naturaleza la rutina.
E. Invención de nuevas máquinas.
Sin embargo, la
extrema división del trabajo condujo a los operarios de las fábricas de la
Revolución Industrial a la fatiga psicológica, pues pasar jornadas enteras y
durante muchos años haciendo la misma función –por ejemplo, pegar la cabeza de
los alfileres, según el caso descrito por Adam Smith-, significaba un cansancio
mental y emocional que producía desánimo y desaliento laboral.
En las empresas
industriales, la división del trabajo adquiere las siguientes modalidades:
A. División industrial. Se trata de la división
de funciones y tareas dentro de una misma industria o empresa.
B. División vertical: Es generada por la
división funcional del trabajo, la cual genera por necesidad una jerarquía que
viene a ser eje nodal de la estructura de organización. El mejor ejemplo de la
división vertical del trabajo es la organización funcional de Taylor.
C. División colateral. Es la división por la
cual se separan distintas funciones, actividades y tareas dando lugar a los
crecimientos horizontales de las estructuras de organización.
Sin embargo, la
división del trabajo no es un fenómeno meramente industrial, pues también se
aplica –como principio y como proceso- en las organizaciones comerciales y de
servicios, incluso en las del Estado, esto es, las organizaciones públicas.
-
David Ricardo.
Autor de Los
principios de economía política y tributación, publicada en 1817. Ocupado,
como Marx, en la tendencia a la baja de los beneficios de las empresas, pensaba
que ésa era una característica de la economía inglesa que bien podía
contrarrestarse con el desarrollo del comercio exterior. La teoría del valor y
la de la ventaja comparativa, en materia de comercio internacional, son
aportaciones cruciales de David Ricardo.
Para la empresa contemporánea, en el marco de
la globalización, los criterios de David Ricardo no son del todo extraños. La ventaja
comparativa indica que los países tienden a especializarse en la producción y
exportación de aquellos bienes que fabrican con un costo relativamente más bajo
respecto de los costos incurridos en el resto del mundo; bienes en los que son
comparativamente más eficientes que los demás países y que tenderán a importar
en los que son más ineficaces y que, por tanto, producen con unos costos
comparativamente más altos que el resto del mundo. Estos procesos de
complementariedad explican el éxito del comercio exterior, tanto para los
países como las empresas.
La moderna administración empresarial debe
reconocer las virtudes del comercio exterior, y corresponde a las técnicas
administrativas incrementar la eficacia y la eficiencia de las empresas para
que sean más competitivas y puedan así lograr las mejores posiciones en los
mercados internacionales.
-
James Mill
Fue también un
economista de línea liberal que en su libro Elementos de economía política,
publicado en 1826, expone una serie de medidas relacionadas con los estudios de
tiempos y movimientos como medio para obtener el incremento de la producción en
las industrias de la época. La influencia de este economista es crucial para la
formación de la teoría administrativa, ya que hacia principios del siglo XX
Frederick W. Taylos retoma su idea con ímpetu, desarrollando su sistema de
Administración Científica, también conocida como Organización Racional del
Trabajo.
-
John Locke.
En ciencia política,
Locke está considerado como el padre del liberalismo moderno. Propone que la
soberanía emana del pueblo y que la propiedad, la libertad, la vida, el derecho
a la felicidad y a la libertad de creencias son consustanciales de la
naturaleza humana y anteriores a la constitución de la sociedad. Para Locke, el
Estado no tiene otra misión que proteger tales derechos, así como las
libertades individuales de los ciudadanos. Junto al poder del soberano, es
esencial un parlamento en el que se exprese la soberanía popular y donde se
elaboren las mejores leyes que deben cumplir tanto el rey como el pueblo.
En el marco de las
ideas de Jonhn Locke, la economía de libre mercado encuentra su mejor acomodo y
desarrollo, pues las ideas liberales políticas son complementarias de las
económicas. No puede sostenerse un liberalismo político como algo ajeno al
económico; ambos son una y la misma cosa, cada uno en sus respectivos ámbitos. Sólo
en este contexto de libertad individual, social, económica y política es
posible concebir el origen y desarrollo de la empresa como unidad de
producción, distribución y consumo.
Sin empresa no hay
mercado y sin mercado no hay economía liberal. Por otro lado, no es posible
concebir el origen y desarrollo de la administración –como disciplina y como
actividad gerencial- sin su contexto natural: la empresa. Si bien el Estado fue
el objeto de reflexión de los filósofos en materia de administración, lo cierto
es que las técnicas modernas de la administración surgen en el ámbito
empresarial.
En las sociedades
liberales, protegidas por un Estado de derecho y sustentadas en una democracia
igualmente liberal, el hombre es libre para asociarse en diversas formas y con
numerosos fines; sólo con la asociación puede garantizarse el logro de fines
colectivos y grupales, los cuales de otro modo sería difícil o quizá imposible
conseguir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario